La cuarta dimensión

Aunque la idea de “la cuarta dimensión” ha sido a partir del siglo XIX cuando ha comenzado a alcanzar una cierta popularidad, parece, según Rucker, que ya había sido insinuada unos doscientos años antes por el platónico Henry More (1614-87). More se oponía a la idea de que los espíritus, los ángeles y las ideas platónicas pudieran existir sólo como abstracciones insubstanciales, sino que él creía que existían realmente y que ocupaban algún lugar en el espacio. Ahora bien, este espacio no podía ser el tridimensional a que estamos acostumbrados, sino que debía ser cuadridimensional


Conviene decir que el tema de la cuarta dimensión y su relación con el tiempo era algo que estaba latente en el ambiente científico y aún literario de aquellos años. Así, no faltan autores que atribuyen el origen de la idea al Reverendo Edwin Abbott Abbott, director-jefe de la Escuela de la Cuidad de Londres. Este hombre escribió hacia 1895 un libro de ciencia-ficción titulado Flatland, un cuento en varias dimensiones, que es al que se ha referido Rey Pastor. Primero describe un mundo en dos dimensiones, un simple plano, habitado por seres inteligentes “incapacitados para comprender nada ajeno a su espacio y sin medios para escapar de la superficie en que viven”. Los habitantes de ese extraño país son figuras planas y su forma depende del estado social de cada uno. Las mujeres, inferiores en la escala jerárquica, son simples líneas rectas; los soldados y obreros destinados a los trabajos más pesados son triángulos; la clase media tiene forma de triángulo equilátero; los hombres de las profesiones liberales y los señores son cuadrados; y así sucesivamente siguiendo el orden poligonal hasta llegar a los hombres de iglesia formados por polígonos de infinito número de lados, tan diminutos cada uno que semejan circunferencias.


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